1/11/2012

CES 2012

Cada año, las innovaciones más avanzadas se pueden admirar en un mismo lugar. Desde el 10 de enero hasta el 13 de enero de 2012 en Las Vegas, Nevada, EE.UU., en la exposición industrial de tecnología de consumo más grande del mundo.

Desde ultrabooks hasta televisiones inteligentes, pasando por video juegos, salud digital y hogar conectado.

Para los aficionados a los gadgets, Internet y la vida conectada, este es el evento a seguir. Si deseas obtener más información, esta es la página oficial http://www.cesweb.org





1/03/2012

Inventar un juego


Algunos creen que la vida es una batalla, pero lo cierto es que es un juego de dar y recibir. (Florence Scovel Shinn, filósofa y escritora)

Complete la siguiente oración con lo primero que se le ocurra: “La vida es…”.

¿Qué fue lo primero que vino a su mente? (Ojalá no se trate de la popular frase de la etiqueta autoadhesiva, que proclama que “La vida es una porquería, y después viene la muerte”).

Sea lo que fuere lo que se nos ocurra, podemos afirmar que esa es nuestra manera de ver la vida.

¿Cuál fue su respuesta? Una encuesta realizada a gerentes de mediano nivel reveló que, para ellos, “La vida es una batalla”. Sin embargo, en otra dirigida a altos directivos, la respuesta más común fue “La vida es un juego”.

Si usted pudiera elegir entre una y otra, ¿cuál escogería? Para motivar a otras personas, debe demostrarle a su gente que la vida es un juego.

Una actividad cualquiera se convierte en un juego cuando puede llevarse registro del puntaje obtenido al realizarla y saber quién va ganando o perdiendo. Además, para que sea verdaderamente divertida, no debe otorgarse ninguna importancia al resultado.

Por lo tanto, debe quedar claro que, más allá de los premios, el objetivo es disfrutar del juego con plenitud. ¡De qué manera podemos incorporar esto a nuestra vida?

Chuck Coonradt, un amigo y mentor nuestro de hace mucho tiempo, es asesor de gestión empresarial y el autor del best-seller titulado The Gane of Work [El juego del trabajo]. Creó un sistema que permite convertir al trabajo en un juego. En su obra, Chuck recuerda que cuando comenzó a trabajar en una tienda de comestibles, en la sección de los productos congelados, descubrió que los dueños cedían ante cualquier reclamo de los empleados. Les permitían tomarse un recreo por hora para que resguardaran su cuerpo del frío y les pagaban un sueldo de privilegio. No obstante, ellos continuaban quejándose amargamente del frío glacial que debían soportar. “Sin embargo, si a estos mismos empleados les dieran una escopeta y los enviaran a cazar ciervos a lugares con un clima mucho más crudo que el de cualquier sección de la tienda, se divertirían. ¡Incluso sin cobrar un centavo! De hecho, pagarían para hacerlo”, aseguró Chuck.

Como hace muchos años nos enseñó Tom Sawyer – el personaje de Mark Twain -, la clave para lograr que un trabajo resulte divertido es hacer que las tareas que la mayoría considera agobiante se conviertan en un juego.

Randy es un dirigente que recurrió a nosotros porque tenía un problema relacionado con el ausentismo. Durante muchos meses lo había combatido e intentó eliminarlo. Finalmente, se percató de que el elemento del juego permitía aliviar los inconvenientes. Inventó un juego (los dirigentes crean; los controladores reaccionan). A todos los empleados que habían tenido asistencia perfecta en el mes les entregaba un naipe, que ellos debían escoger de un mazo, al azar. Luego, cada uno tenía que exponerlo en algún lugar de su despacho, de modo que fuera bien visible. A los seis meses, el que tuviera la mejor mano de póquer ganaba una suma de dinero importante; el segundo y tercer puesto también eran premiados con dinero en efectivo.

Más tarde, Randy contó lo siguiente:

-El problema del ausentismo prácticamente desapareció. De hecho, tuvimos inconvenientes porque algunos empleados se enfermaron ( y esta vez su enfermedad era real, no una simple excusa para faltar al trabajo) debido a que intentaban trabajar más tiempo del debido. Si se levantaban con fiebre y su esposa les decía que hicieran reposo, le respondías: “Estás loca” Tengo dos ases y dos reinas en mi poder. ¡No puedo quedarme!”.

Después de cuatro años de dedicarse a la venta de un programa unitario para el desarrollo de la gestión empresarial, Chuck Coonradt hizo lo que luego se convirtió en la visita más importante de su carrera laboral. Fue a ver a un gerente de fábrica de una empresa de viviendas prefabricadas. Durante la conversación que mantuvieron, este recurrió al clásico discurso sobre “los jóvenes de hoy”, diciéndole lo siguiente:

-A los jóvenes no les importa nada, no se esfuerzan, no tienen los mismos valores que nosotros, los adultos.

Chuck recordó que “mientras él hablaba, ambos observábamos la planta de la fábrica, ubicada cerca de diez metros por debajo de la oficina del gerente. Este señaló a ocho jóvenes que estaban holgazaneando junto a una casa y me preguntó: ‘¡Qué propone su programa para solucionar esto?’”.             

Chuck dijo que, después de observar el ritmo de trabajo de dichos sujetos, “no podía compararlos más que con caracoles artríticos arrastrándose por el cemento fresco. Estos tipos estaban fuera de lugar y parecía que iban contra la corriente. El gerente me había puesto en un brete. Yo no tenía una respuesta para su pregunta. En verdad no supe qué decirle”.

Más tarde, tuvo lugar un episodio asombroso: el almuerzo. Inmediatamente después de oírse la señal que lo anunciaba, los ocho muchachos dejaron caer sus martillos como si una corriente de electricidad los hubiese atravesado y echaron a correr como si les hubieran clavado unas espuelas; cuatro de ellos se quitaron la camisa y descendieron cerca de cincuenta metros por unas escaleras hasta llegar a una cancha de básquet.

La transformación sufrida por estos jóvenes en su motivación fue asombrosa. Chuck contempló el juego atentamente durante cuarenta y dos minutos exactos. En la cancha, cada cual ocupaba su puesto, desempeñaba su función en forma adecuada y apoyaba a su equipo con energía, compromiso y entusiasmo (sin necesidad de que estuviera presente ningún gerente). Sabían de qué manera colaborar con su equipo y disfrutaban del juego.

A las 12:42, el partido terminó; los empleados recogieron la bandeja que contenía su almuerzo y sus bebidas, y se dirigieron a sus puestos de trabajo. A la 1 de la tarde, todos habían retornado puntualmente (como caracoles artríticos que volvían a arrastrarse sobre cemento fresco).

Chuck se dirigió al gerente de la fábrica y le dijo:

-No creo que el problema de base sean los empleados. Estos chicos no tienen dificultad para motivarse.

A partir de ese día, Chuck comenzó a investigar la posibilidad de que esos muchachos aprendieran a transferir la energía, el entusiasmo y el compromiso que mostraban en la cancha de básquet a la planta de la fábrica. Su plan tuvo éxito y se tronó legendario dentro del mundo empresarial.

Chuck afirma lo siguiente: “Ahora sabemos lo que significa la motivación que genera la recreación y la aplicamos al trabajo. Dicha motivación requiere realimentación, registro del puntaje, fijación de objetivos, entrenamiento coherente y elecciones personales permanentes”.
               
Fuente:
Chandler S. y Richardson S. (2007). 100 maneras de motivar a los demás. Argentina: Kier empresa.